Abolición del género

Género

Según la Organización Mundial de la Salud, el género se refiere a los conceptos sociales de las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos.

El concepto de género se refiere a la existencia de una normatividad femenina edificada sobre el sexo como hecho anatómico (…) fundamento sobre el que se ha edificado el concepto de lo femenino. (Rosa Cobo Bedia, El género en las ciencias sociales)

Ocupar la posición de mujer es ser socializada a lo largo de toda una vida en la pertenencia a una clase sexual inferior. El género prescribe sumisión, debilidad y pasividad como características deseables en las hembras, y dominación, poder y agresividad como características deseables en los machos. (Reilly-Cooper, Sexo y Género)

Los sistemas de género-sexo son los conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual anátomo-fisiológica y que dan sentido al relacionamiento entre las personas. (Teresita de Barbieri, Sobre la categoría género: una introducción teorico-metodologica).

Identidad de género

Se define habitualmente como “el sentimiento personal e interno de alguien de ser hombre o mujer”, o “el sentimiento privado y la experiencia subjetiva de alguien acerca de su propio género”. Una característica crucial de la identidad de género es que es completamente independiente tanto del sexo biológico como de la socialización dentro del género. Así que lo que se afirma es que las personas tienen un sentimiento interno y personal sobre ser hombre o mujer que es independiente de, y puede explicarse sin recurrir a, los cuerpos físicos que dichas personas habitan y la experiencia de ser leído socialmente y tratado como una persona con dicho cuerpo. (Reilly-Cooper, Sexo y Género)

La “identidad” entendida como “conjunto de datos o informaciones que definen oficialmente a una persona y permiten distinguirla de otra”, significaría que la identidad de género es el conjunto de datos o informaciones respecto a un sentimiento interno que nos definen como personas.

El feminismo radical de la diferencia reivindica el poder simbólico femenino, es decir, pensarnos y definirnos desde nuestras propias experiencias -diferentes a las experiencias de los hombres-, que se repiten individualmente y, por tanto, son colectivas.

Si tomamos la identidad de género auto-declarada de un individuo como la única condición necesaria y suficiente para pertenecer a un género, el resultado es que la palabra “mujer” se queda reducida a un estado mental subjetivo, a un sentimiento en la cabeza de una persona. (Reilly-Cooper, Sexo y Género)

Por tanto rechazamos la identidad de género al tratarse de una definición impuesta sobre lo que es ser mujer según la visión del hombre, reduciéndonos a una subjetividad individual y diluyendo así a la mujer como clase sexual y política.

«Cis»

«Cis» significa que la identidad de género (autopercepción individual del género) coincide con el sexo.

CIS=NO TRANS, del mismo modo que a lo largo de la historia la MUJER=NO HOMBRE. Este planteamiento implica perpetuar el pensamiento hegemónico patriarcal el cual nos define de manera negativa para dejarnos en el lugar del vacío y la carencia, sin lenguaje para nombrar nuestras experiencias. (Andrea Franulic).

Las feministas radicales rechazamos la categoría de género, aun reconociendo su existencia, al tratarse de una serie de imposiciones tal como explicamos anteriormente.

En consecuencia, rechazamos el término “cis” porque no validamos el género como una identidad que nos define como “sumisas, débiles y pasivas”.

Abolición del género

Desde el momento en que se analizaron las desigualdades entre ambos sexos, las feministas radicales llegaron a la conclusión de que estamos sometidas y limitadas por una construcción social creada desde la visión masculina del hombre y, para liberarnos, debíamos acabar con ella.

Aun aceptando que, dada la profunda separación que existe en la actualidad entre las dos culturas sexuales, sólo cabría alcanzar un equilibrio humano mediante la colaboración de ambos grupos y de su personalidad colectiva fragmentada, es preciso adoptar una posición más radical y exigir la diseminación entre los miembros de uno y otro sexo de esos rasgos socialmente deseables que hasta hoy sólo se adscribían al hombre o a la mujer, así como la belicosidad de aquél y la exagerada pasividad de ésta.(Kate Millett, Política Sexual)

¿Qué significa abolir el género?

Reeducar a nivel sociocultural a las personas para que aquellos conceptos sociales como el comportamiento, las actividades, la personalidad, los gustos, etc., no sean impuestos según el sexo con el que cada ser humano nace.

Construir una sociedad libre de etiquetas que nos encasillan en un sistema sexo-género opresor donde cada persona independientemente de su sexo pueda ser y expresarse como realmente quiera.

Aceptar que nuestra capacidad reproductiva es la única diferencia entre hombres y mujeres y todo lo demás (juguetes, colores, ropa, actitudes, comportamientos, etc.) sólo son particularidades personales no asociadas ni impuestas.